sábado, 16 de julio de 2011

Un año.

Luego de compartir toda la mañana juntos, llegó la hora de volver a nuestras casas. Yo estaba ansiosa, no estaba triste. Era un hasta luego, no una despedida. Sabíamos que volveríamos a vernos, quizás dos días después...
-Te voy a extrañar mucho- dijo con sus ojos perdidos en los míos.
-Son solamente un par de días. Después me vas a tener las dos semanas enteras- dije con una sonrisa que no dejaba ocultar mi estado de felicidad. Era un día muy esperado para mí y no supe ver la tristeza que había en sus ojos. Era muy introvertido y le costaba a veces abrirse, incluso conmigo.
Entonces sin pensarlo me abrazó en el aire, fuerte, profunda y dulcemente como sólo él sabía hacer. Y tuve que contenerme para no llorar puesto que, si bien serían dos días, iba a extrañarlo porque él, con ese abrazo, terminó de instalarse en mi corazón... Para siempre.