viernes, 30 de julio de 2010

Casualidad. Destino.

Iba caminando por una avenida muy transitada de la ciudad, con unas enormes gafas de sol, con la cabeza gacha, cuando de repente subí la mirada y pude vislumbrar su silueta. Me acerqué y le dije lo importante que era para mí ese encuentro fortuito, absolutamente casual, aunque yo no creía en las casualidades. Me respondió que era obra del destino, porque tenía algo importante para decirme.
No puedo decirles lo que me dijo. Eran palabras que ya me había dedicado anteriormente por escrito. Pero sí puedo decirles lo importante que fue para mí oírlo de sus labios, de su propia voz. Puedo decirles también que me dijo que nunca tuviera miedo de acercarme, pues ya había entrado en su corazón.
Me despedí con un abrazo fuerte pero breve. Besé su mejilla y le susuré un "te quiero" al oído. Me regaló una sonrisa, la cual le devolví. Y seguí mi camino...